Uno de los fenómenos sociales que trata de describir la película corresponde a lo que se conoce como una “ciudad de muros”, trayéndonos el ejemplo de las favelas brasileras para hacerlo. Como primera medida lo que se puede observar es que son “pequeñas republicas independientes” en las que no existe respeto alguno por las autoridades ni el gobierno, esto es consecuencia del aparato militar del que disponen y que adicionalmente es proveído en parte por las mismas instituciones corruptas del estado. El objetivo fundamental de estas ciudades de muros mostradas es asegurarse su independencia mediante mecanismos como la continua vigilancia de los corredores vehiculares y peatonales, el temor infundido en los habitantes, y en general todo lo que contribuya a tener un control absoluto de espacio público (en este punto ya deja de ser público).
Un tema bastante espinoso y que es mostrado en la película corresponde a la generación de radicalismos por parte del estado y que a simple vista parecen ser la única solución aparente al problema. En este caso el BOPE hace las veces de un grupo casi paramilitar que combate “fuego con fuego” bajo la complicidad del estado, este grupo es una consecuencia directa de la violencia presentada en las ciudades de muros vistas en el filme. Los mecanismos utilizados para combatir la corrupción de las favelas en muchos casos terminan por ser corruptos en sí, no bajo la premisa de venderse al mejor postor sino de buscar justicia mediante sentimientos como la ira y la venganza.
El círculo vicioso propio del narcotráfico en el que nuestra sociedad se encuentra sumergida incluso de manera ingenua (un estudiante fumando marihuana sin conciencia del daño que genera), es prácticamente el motor fundamental para crear y mantener estas terribles realidades representadas en ciudades de muros. En el filme se puede ver como toda la red de corrupción y de falta de cultura ciudadana, van hilvanando una serie de hechos que dejan a la gente sin opciones de vida y que en últimas terminan por corromper a los más débiles de mente y enloquecer a los más fuertes.
Vivir en una ciudad de muros como las favelas brasileñas se convierte en todo un reto y nos muestra desde adentro la forma en que los ingredientes adecuados: pobreza, desesperanza, corrupción, droga, miedo, y otros tantos, pueden en cualquier sociedad y bajo circunstancias algo cambiantes, finalmente convertir una ciudad o un país en pequeñas áreas privadas para el manejo de actividades ilícitas, y como bajo un estado ignorante el problema puede pasar de ser un “trabajo” a ser una forma de vida que termina siendo peor que la enfermedad.
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